Shusaku Endo: El samurái
Novela de los géneros Histórica y Aventuras. Se lee sola y
su final es auto conclusivo, sin que sea parte de ninguna serie.
Shusaku Endo nació en Japón, para irse a vivir al poco a
la zona japonesa de Manchuria. Pero
después del divorcio de sus padres vuelve a Japón donde es bautizado como
católico. Sus estudios transcurren en Francia, donde poco después publica su
primera obra: “El mar y el veneno”, en ella denuncia la brutalidad del fanatismo
militar. Actualmente es uno de los novelistas más importantes de Japón y ha
recibido varios premios por sus obras. Además de escribir libros, colabora con
periódicos, revistas y la televisión.
“ —Se ha iniciado allí una gran cacería de
cristianos. Mientras regresaba, vi que traían a muchos de ellos por las calles.
El samurai sabía que ese año el Naifu, el
padre del actual Shogun, había prohibido que se enseñase el cristianismo en los
dominios directamente administrados por el shogunado. A consecuencia de esto,
los cristianos exiliados habían emigrado a las provincias occidentales o al
noreste, donde no se aplicaba dicha prohibición.
Los prisioneros que
había visto el señor Ishida montaban caballos de tiro, estaban cubiertos de
banderillas de papel y eran conducidos por las calles principales de los
pueblos hacia el terreno de la ejecución. A su paso, los prisioneros hablaban
con personas conocidas de la multitud, y no parecían temer a la muerte.”
Riku es un samurái que, a la muerte de su padre, ha heredado
el gobierno de la familia Hasekura. Aunque todavía consulta en la mayoría de
sus decisiones a su tío, el cual luchó junto a su padre en muchas campañas para
su señor Ishida. Un señor que en premio por sus servicios les hizo un gran mal.
Trasladó a la familia Hasekura a una cenagosa llanura para poblarla y les quitó
sus ricas tierras en Kurokawa donde sus antepasados habían vivido y luchado
durante muchas generaciones. Riku sospecha que ese “premio” se debe a ciertos
familiares lejanos que lucharon contra su señor y a los que su padre ayudó a escapar.
Cada cierto tiempo su tío va a ver al señor Ishida para recuperar
sus antiguas tierras, pero sin resultado alguno. Ya lleva así once años y
empieza a creer que tendrán que seguir viviendo en una región en la que se teme
más al hambre que a la guerra.
Un día, Riku, recibe la llamada del señor Ishida El padre del Shogun
ha iniciado una persecución de cristianos en Edo y puede que se le requiera
para algún servicio.
Mientras, Velasco, un misionero franciscano se pudre desde
hace días en una celda, pensando en lo difíciles que son las relaciones con los
japoneses por culpa de los jesuitas, los cuales se meten en la política interna y
siembran la desconfianza de los gobernantes del país. Un día lo sacan de la
celda y es puesto en libertad “todo ha sido un error” dice un miembro del
gobierno, el cual sin embargo, también le comenta que podría haberle pasado cualquier
cosa si alguien importante no hubiera intercedido por él.
“—¿Conocéis al señor Ishida? Éste es el
señor Velasco, a quien se le ha permitido permanecer en Edo en calidad de
intérprete.
El samurai gordo sonrió e hizo una leve
inclinación.
—¿Habéis estado alguna vez en el noreste?
El misionero mantuvo las manos sobre las
rodillas y movió la cabeza. Años de experiencia le habían enseñado el protocolo
en esas situaciones.
—El dominio del señor Ishida no es como
Edo —dijo el asesor con una pizca de ironía—. Me dicen que allí no castigan a
los cristianos. Podríais vivir allí sin nada que temer, señor Velasco.
Por supuesto, el misionero lo sabía. El
Naifu había proscrito el cristianismo en los dominios sometidos a su control
directo, pero no había obligado a los demás daimyos a seguir su ejemplo,
temiendo una rebelión de los fieles y guerreros cristianos, y toleraba a los
numerosos cristianos que habían huido al noreste o a las provincias
occidentales después de ser expulsados de Edo.”
Le dejan presenciar una conversación en la que el ministro
de moneda japonés habla sobre construir un galeón usando marinos españoles para
poder comerciar directamente con América, ya que el virrey de Manila se lo
tiene prohibido a los japoneses y sólo los galeones provenientes de Filipinas
traen el comercio a las costas niponas. Velasco cree que la avaricia de los
japoneses puede ser usada para poder difundir la fe por todo el país.
Un día Riku recibe una orden para presentarse en el castillo
de su señor donde se le comunica que partirá en una expedición. Allí también se
encuentra Velasco haciendo de intérprete. Los japoneses carecen de tecnología
para construir un galeón y los ingenieros españoles les piden unos recursos a
los que no están acostumbrados.
Por fin se llega a un acuerdo. A cambio de poder difundir el
cristianismo por todo Japón, los franciscanos se ofrecen a interceder ante el
Papa de Roma para que convenza al rey de España de que deje navegar a los
comerciantes japoneses por sus dominios, unas posesiones que los gobernantes
nipones no alcanzan a comprender, como comprueba el monje. Riku y otro grupo
de samuráis representarán al señor Ishida en la petición ante el Papa y el rey de España en un viaje de
una magnitud que ni siquiera pueden soñar.
“El samurái” se sitúa en el Japón de principios del siglo
XVII y la historia está contada desde el punto de vista de alguien oriundo de
ese país. Aunque los nombres están cambiados, está totalmente basada en hechos
reales. De hecho, “Japón” es un apellido bastante común en la población
sevillana de Coria del Rio donde viven los descendientes de los miembros de esa
embajada.
No es una novela de acción, es la historia del
enfrentamiento entre los puntos de vista de dos culturas y del descubrimiento
de los japoneses de que el mundo es mucho más grande de lo que se imaginaban, y
de la necesidad de protegerse ellos y su cultura de la influencia e incluso de la
invasión militar por parte de las potencias extranjeras.
“—En el tiempo que me he visto obligado a
permanecer en el Japón —me dijo hace dos días—, no he podido soportar la
arrogancia y el genio vivo de los japoneses. Nunca he conocido gente menos
sincera, gente que considera una virtud lograr que nadie sepa lo que piensan.
Ni el capitán ni el primer oficial
parecían interesados, pero aun así enumeré los errores de la estrategia jesuita
uno por uno. Por ejemplo, el padre Coelho y el padre Frois querían que el Japón
fuera una colonia española para propagar luego el cristianismo. Los gobernantes
japoneses se encolerizaron cuando lo supieron. Cuando hablo de los jesuitas,
muchas veces pierdo la prudencia.
—Para difundir en el Japón las enseñanzas
de Dios —terminé, arrastrado por la pasión—, sólo hay un método posible. Hay
que engatusarlos. España debe estar dispuesta a compartir con los japoneses las
ganancias del comercio en el Pacífico a cambio de facilidades para la
evangelización. Los japoneses sacrificarán cualquier otra cosa por esas
ganancias.”
El padre Velasco es un ingenuo pero sin embargo le sobra la
fe y la buena voluntad. También ha aprendido algunos trucos mientras está
atrapado en las intrigas de los arteros gobernantes japoneses y los no menos
astutos jesuitas. Aún así, ha conseguido la promesa de la embajada ante el Papa
y el rey. Sueña con ser el obispo de Nagasaki y construir una enorme catedral
allí.
Riku Hasekura, samurái de provincias, no entiende nada. Su
mundo es el pobre feudo al que lo ha trasladado su señor. Huele a campesino, ya
que él también tiene que ayudar en lo que pueda. Sus tierras son tan pobres que
ni siquiera una buena cosecha es garantía de defensa contra el hambre.
Su tío le convence de que viajar en la embajada puede hacer
que les devuelvan sus antiguas tierras, pero a él no le interesan los
extranjeros, nunca había visto uno. Sin embargo, durante el viaje irá
descubriendo que las ventanas sirven para algo más que para vigilar los
movimientos del enemigo y que hay gente que sonríe a los demás sinceramente
y no sólo para ocultar sus intenciones o su ánimo.
Un libro que es sumamente entretenido. Los que se esperen
mucha acción, basándose en el título, descubrirán que es más bien un libro de
viajes, junto con algunas tramas y conjuras en el cual, lo principal es el
cambio de la personalidad de los protagonistas conforme van aprendiendo de
mundos distintos y vedados a ellos hasta entonces.
Totalmente recomendado para todo el mundo. Es un libro que
transmite una belleza especial sobre un hecho no muy conocido en occidente a lo largo de sus 448 páginas. No en vano la
obra literaria de su autor es una de las más reconocidas en Japón.
Mezcla de culturas, Occidente y Oriente. Desconocía que los europeos intentarán evangelizar al Japón, lo digo porque creo jamás estuvo colonizado, o si?
ResponderEliminarUn abrazo
Veamos, en la época del libro más bien estuvo medio evangelizado, había bastantes crisitanos, pero luego las cosas se torciero (gracias a los jesuitas). De hecho España estuvo pensando en invadirlo, pero era muy poco territorio y estaba en la otra punta del mundo. Luego el país se encerró en si mismo. Dos siglos más tarde, cuando el mundo era más pequeño no tuvo más remedio que "abrirse" al comercio occcidental gracias a cuatro barcos yankis que amenazaron con bombardear los puertos japoneses si no abrían el país a los extranjeros y ahí es cuando el país va perdiendo muchas de sus antiguas costumbres, los samuráis caen en desgracia y Japón se empieza a occidentalizar. Resumiendo, colonizado no, pero sí que tuvo que addaptarse cuando los obligaron.
ResponderEliminarMe parece muy interesante los acontecimientos en los que se centra, eso sumado a que la cultura japonesa me fascina creo que me lo llevo más que apuntado ;)
ResponderEliminarBesos
Pués a disfrutarlo. A mí me encantó cuando lo leí y ya hace bastante de ello. El repaso que le he dado para hacer la reseña me ha recordado lo bueno que es.
EliminarBesos