Mitch Cullin: Mr Holmes
Novela de estilo dramático y detectivesco que se lee sola y
sin ser parte de ninguna serie, aunque haya docenas de libros basados en el
protagonista.
Mitch Cullin, además de escritor, ha sido y sigue siendo
fotógrafo y productor de documentales. Mientras asistía a la universidad,
Cullin hizo amistad con la escritora Mary Gaitskill, la cual le enseño a
escribir ficción en varias de sus
clases. Desde entonces ha escrito antologías de relatos cortos y varias
novelas, algunas de las cuales han sido llevadas al cine, incluyendo ésta que
se reseña aquí.
“Aquellos rudos
rostros sólo lo miraban con sorpresa en las raras ocasiones en las que un
oficial informaba sobre su identidad, y era entonces cuando se percataban de
que, aunque usaba dos bastones, su cuerpo permanecía erguido, y de que el paso
de los años no había apagado la inteligencia de sus ojos grises. Su cabello,
del color blanco de la nieve, era tan fino y largo como su barba, que siempre
llevaba arreglada al estilo inglés.
—¿Es cierto? ¿Es usted de verdad?
—Mucho me temo que aún gozo de tal
distinción.
—¿Es usted Sherlock Holmes? No, no me lo
creo.
—No pasa nada. Apenas puedo creerlo yo
mismo.”
Sherlock Holmes acaba de llegar de un largo, muy largo viaje y está agotado. Vuelve de Japón, pero no de ninguna misión especial ni de un importante caso que resolver. Estamos en 1947, Holmes tiene ya 93 años y se dedica a la apicultura. Lo hace por varias razones, pero la principal es la jalea real que fabrican las reinas, acerca de la cual, Holmes está convencido de que extiende la vida y ralentiza la pérdida de facultades mentales.
Es un hombre muy solitario, lleva cuatro décadas retirado y
vive en un caserón cerca de la playa, acompañado sólo por su ama de llaves y el
hijo de ésta, Roger. Mantiene como puede su
privacidad a salvo, ya que aun en ese apartado lugar hay montones de
curiosos que se internan en su propiedad por diversos motivos, Holmes los
expulsa a todos, casi siempre…
Mientras se dedica a escribir su obra sobre “El arte de la
deducción”, Holmes rememora su viaje a Japón. Su anfitrión, el señor Umazaki,
le había estado escribiendo durante meses sobre las propiedades geriátricas de
diversas plantas y lo invitaba a visitarlo en su país, lo cual interesaba
sobremanera al antiguo detective. Sin embargo, al llegar allí y conforme pasan
los días va descubriendo que las razones para su estancia en Japón no son las
que parecían al principio.
Además de dedicarse a intentar detener su cada vez más notorio
deterioro mental, Holmes, ha estado escribiendo una historia, un trabajo muy
especial para él, “El caso de la armonicista de cristal”. Después de
reconocerle a Watson sus méritos cómo escritor, ya que él es casi incapaz de
dar emoción a un relato, un día vuelve a encontrar el manuscrito y a leerlo.
Intentará acabarlo antes de que vuelva a
olvidar que existe.
“—Puede que lo haga
—le dije yo—, y quizá leerá usted entonces un relato preciso, uno sin los
habituales ornamentos del autor.
—Pues le deseo suerte —se burló—. Va a
necesitarla.
Los resultados, aunque
no impresionantes, me resultaron reveladores, ya que me enseñaron que incluso
una historia fidedigna ha de ser presentada de una manera que entretenga al
lector.
Su respuesta fue
rápida y concisa: «Sus disculpas no son necesarias, viejo amigo. Los royalties
lo absolvieron hace años y continúan haciéndolo, a pesar de mis protestas. J.
H. W.».”
A pesar de su retiro, la muerte y los misterios lo persiguen una vez más. Sus abejas, según parece en principio, han dado muerte a alguien muy apreciado por él. Lo más extraño es que esa persona conocía el modo de cuidar las abejas casi tan bien cómo él mismo.
“Mr. Holmes” es lo que se puede llamar una obra crepuscular,
en la que se describen las últimas acciones de un hombre que lo fue todo para
sus admiradores. También es triste, no es una novela de aventuras y la
narración de “El caso de la armonicista de cristal” llega a unos derroteros más
que inesperados.
El anciano ex detective, sufre su deterioro cognitivo cómo
cualquier anciano normal con más de 90 años. Los antiguos recuerdos lo asaltan
e incluso esos le fallan a menudo. A la vez, se siente cada vez más atemorizado
por no poder agarrarse a las nuevas experiencias. Demasiado a menudo no logra
recordar lo que ha hecho ayer, donde ha puesto algo importante ni cómo ha
llegado a sus manos y bolsillos tal o cual objeto.
“Holmes suspiró
reprobatoriamente y agitó la mano un instante como si quisiera disipar el humo.
—Bueno, usted se refiere a la arrogancia
de mi juventud. Ahora soy un anciano y llevo retirado desde que usted no era
más que un niño. La vanidosa soberbia de mi juventud ahora me avergüenza. Así
es. ¿Sabe?, lamentablemente, nos equivocamos en muchos casos importantes. Pero
¿quién quiere leer sobre los fracasos?”
Mientras rememora su reciente viaje a Japón y vemos a Holmes
visitar Hiroshima, entre pensamientos de lo mucho que ha cambiado el mundo y de
lo poco de pertenece a esta nueva época, también tiene muchas sensaciones de
arrepentimiento. La soberbia con la que se comportaba de joven, cuando resolvía
casos junto con el doctor Watson, le parece ahora una soberana estupidez.
Se ha decidido a terminar de escribir sobre la señora Keller, protagonista de “El caso de la armonicista….”, ya que no fue sólo un
caso más, fue una oportunidad para cambiar la vida solitaria que le esperaba
por algo que ahora echa de menos.
Aunque “Mr. Holmes” es un libro lleno de dramatismo y tristeza, está bien escrito y con un manejo excelente de las descripciones tanto físicas cómo emocionales, pero los que se esperen leer las últimas y emocionantes aventuras del detective más famoso del mundo puede que se lleven una decepción al terminar sus 288 reflexivas páginas.
Tu reseña es genial, transmite melancolía y reflexión, que me imagino que es el tono de la novela. Realmente me has dado ganas de leer el libro.
ResponderEliminarGracias por el cumplido. Pués sí, no es la típica novela de Sherlock Holmes, es bastante menos aventurera.
EliminarUn saludo.